domingo, 17 de abril de 2016

Domingo, antes de que el reloj marque el comienzo de un nuevo día, me repliego sobre mí misma y comienzo a tramar cómo haré para bajar los kilos consumidos este fin de semana lleno de melancolía, en el menor tiempo posible. Cómo, cuándo, dónde y bajo qué pretexto, podré saltarme una comida; y qué puedo comer que sea poco calórico, cuando no pueda escapar de ellas.

Así cada una de mis noches en las que doy rienda suelta a mis demonios. 

jueves, 14 de abril de 2016

Cosas que me molestan:

  • Que mi madre me pregunté si almorcé en la universidad todos los putos días.
  • Que mis amigos me digan que coma.
  • Que mis amigos se ofrezcan a comprarme comida.
  • Que se haga cualquier tipo de referencia hacia mi cuerpo.

Cosas que me agradan:
  • La sensación de mareo después de un par de cervezas con el estómago vacío.

¿Que sueno como la chica más horrible y desagradecida del mundo?
Por supuesto que me doy cuenta. 

domingo, 10 de abril de 2016

Estoy en un punto de distorsión tal que no consigo distinguir mucho de poco ni menos de más. Me abrazo en las noches los huesos salientes de mi torso y siento asco mientras en mi cabeza se entremezclan recuerdos de mi cuerpo reposando sobre su hombro, sintiéndolo avanzar bajo mi peso y la automática queja sobre no pesar nada junto con las bromas que dejo que caigan para crear cierta sensación de normalidad, riéndome de lo gorda que pueda estar. Y es que no sé, comer un plato al día me parece excesivo y no es hasta mucho más tarde, cuando recuerdo frenar mi cabeza, que me doy cuenta de que acabo de hacer una gran estupidez por algo muy pequeño. Pero luego, ¿cuál fue la estupidez y qué lo pequeño?

Así se me van los días, perdiendo la cordura kilo a kilo.