Estoy en un punto de distorsión tal que no consigo distinguir mucho de poco ni menos de más. Me abrazo en las noches los huesos salientes de mi torso y siento asco mientras en mi cabeza se entremezclan recuerdos de mi cuerpo reposando sobre su hombro, sintiéndolo avanzar bajo mi peso y la automática queja sobre no pesar nada junto con las bromas que dejo que caigan para crear cierta sensación de normalidad, riéndome de lo gorda que pueda estar. Y es que no sé, comer un plato al día me parece excesivo y no es hasta mucho más tarde, cuando recuerdo frenar mi cabeza, que me doy cuenta de que acabo de hacer una gran estupidez por algo muy pequeño. Pero luego, ¿cuál fue la estupidez y qué lo pequeño?
Así se me van los días, perdiendo la cordura kilo a kilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario