martes, 24 de mayo de 2016

Últimamente y de manera recurrente tengo deseos de matarme, pero no de esos desquiciados como para llegar y hacerlo, sino una sensación de ¡joder, lo fácil que me sería la vida si estuviera muerta! Porque es que no quiero hacer nada, me desapasiona la vida. Digo, volvió a desencantarme todo y no encuentro mi lugar en el mundo, de nuevo. También me digo que son los hormonas, porque he vuelto a tomar pastillas anticonceptivas y me estoy acostumbrando. Vamos, que hormonas revoltosas en una mente de mierda como la mía es peligroso. Y tampoco puedo decirle a él: eh, mira, no es que sea así de desagradable todo el tiempo, quiero verte pero es que tengo que cuidarme y las pastillas me ponen loca. Porque sí, quiero verlo, pero también quiero empezar a ver a otra gente. Casi como para no sentirme una idiota esperando que me hable porque no somos nada ni sé si vamos a alguna parte ni si quiero ir a alguna parte con él. ¿Me siguen? Vale, pues no sé. Que me va muy bien la vida, salvo por las ganas intermitentes de querer desaparecer porque las pastillas me hinchan y me quedan unos cuatro kilos por bajar para estar en paz conmigo misma. 

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