Quería hablar de cosas superficiales, aunque parezca grotesco y enfermizo, porque quería olvidar que entre carne y hueso tengo algo más que no puede verse, pero no le impide hacerme doler hasta la última célula del cuerpo.
Pero esta mañana no puedo, tengo un odio biliar resquemándome por dentro. Está ahí, latente en cada portazo, en cada golpe sobre la mesa, sobre cada tecla que escribo y en cada "no" que gruño detrás de una puerta cerrada.
No quiero vivir, no quiero morir.
No quiero estar, no quiero existir.
No quiero verlos, no quiero que me vean.
No quiero nada de ti ni de mí.
No quiero que se me note en la cara.
No quiero que se me note en los huesos.
No quiero que se me note, punto.
Estoy completa.
Completamente destruída, pero completa.
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